En el estudio, los científicos pudieron manipular la trayectoria y la velocidad de la luz dentro del material utilizando una estructura cristalina de silicio especialmente diseñada. Esta innovación podría encontrar aplicaciones en dispositivos fotónicos como láseres, fibra óptica y pantallas LED. Los materiales bidimensionales, formados por una única capa de átomos, son muy finos y tienen propiedades eléctricas especiales. Entre ellos, el grafeno destaca por su altísima conductividad, permitiendo que los electrones se muevan libremente por su superficie. Sin embargo, aplicar un campo magnético a un material cambia radicalmente el movimiento de los electrones, dando lugar a niveles de energía especiales conocidos como “niveles de Landau”. Estos niveles también pueden ser causados por deformación física del material, como el estiramiento. Cuando se estira el grafeno, la interacción entre los electrones cambia, afectando los enlaces y las distancias entre los átomos de carbono (componentes del grafeno), lo que reduce la conductividad del material.
Los científicos lograron frenar la luz, bloquearla y cambiar su trayectoria dentro del propio material
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